001 Colegios Bicentenario Región Costa lluviosa
Equipo: FD arquitectos y urbanistas, Lola Rodriguez, Mayco León, Miguel de la PiedraEstructuras:
Especialidades: VITAL ingeniero consultores
Area construida: 3000 m2
Nuestro equipo se encargó del proyecto de Costa Lluviosa, que comprende extensos territorios en las regiones de Piura y Tumbes. Se trata de un paisaje desértico que se caracteriza por altas temperaturas todo el año, una radiación muy elevada y precipitaciones estacionales que, cada cierto tiempo, son extraordinarias —como desgraciadamente sufrimos en 2017—. Además de sumar y sumarnos a las ideas generales de Escuela Territorio (idea-lema con el que concurrimos y ganamos los 5 subconcursos en que se dividió el país), nuestra primera idea contextualizada fue proteger a los niños e incentivar su aprendizaje. En Costa Lluviosa el colegio se configura como una sombra protectora. La educación debe ser un oasis en medio de un paisaje árido en muchos sentidos.
Hemos cubierto el esqueleto común a todos los equipos con una piel específicamente norteña que da sombra y, al mismo tiempo, permite una ventilación total. Se podría decir que hemos cubierto el colegio con un gigantesco sombrero, que permite ventilar entre las fibras y da sombra con sus aleros. Y es que el aprendizaje debe producirse en un ambiente amable, fresco, a una temperatura adecuada. Esta primera idea que puede servir tanto para obras nuevas como para remodelaciones de la infraestructura existente se articuló mediante componentes climáticos, pedagógicos y urbanos.
Esta piel tumbesina y piurana se carga de compromisos y capacidades. En primer lugar, permite el manejo del agua. Cuando hay poca y cuando hay demasiada. Se almacena, se conduce a sus drenajes y nutre unos humedales que despertarán en los niños el amor por la naturaleza. Esto formará mejores ciudadanos desde el punto de vista medioambiental. En segundo lugar, la piel es permeable al viento. Nos levantamos del suelo buscándolo y planteamos el uso de crujías simples para conseguir dobles orientaciones y ventilación cruzada. Y además, nuestra piel, que es nuestra fachada, permite insertarnos en diferentes contextos urbanos, adaptar la escala de la infraestructura y contribuir a la construcción de ciudades decorosas. El colegio se viste para relacionarse con sus vecinos y dar ejemplo de civismo. Debe ser un edificio amable, ordenado y abierto siempre a la comunidad.
A un nivel pedagógico trataremos de exprimir los condicionantes a nuestro favor. Por ejemplo, en el norte no necesitamos diferenciar interiores y exteriores. Los límites entre unos y otros se difuminarán para permitir que el aprendizaje se extienda desde el aula a espacios sociales no tan jerarquizados y, final e idealmente, al aire libre. En una estructura hipermodulada, el diseño de cerramientos ligeros, todos de marcada horizontalidad y genéricos dotará de gran versatilidad al conjunto y permitirá alargar la vida de unos edificios vitales para el Perú.